7 de septiembre de 2017

Errores de izquierda (II)


Avances en la democracia interna de los partidos. Lentos sí, pero engaños no por favor

Todos y cada uno de los partidos políticos pregonan que son los más democráticos y que tienen los sistemas más transparentes y más avanzados de democracia interna. Tanto es así que es difícil saber quién empezó con el sistema de primarias, del que casi todos se reclaman como iniciadores (salvo el PP), o con las consultas internas para decidir los temas importantes.

Sí sabemos que desde 2011 el movimiento 15M puso encima de la mesa el debate sobre la democracia participativa y crítica a la organización interna jerárquica de las organizaciones. Y que Podemos, como IU después, recogieron el “espíritu 15M”, reivindicativo asambleario. Habrá que ver si además del espíritu recogieron también algo del cuerpo. También señalar que han tenido que pasar seis años para que, por primera vez, un Secretario General del PSOE hablara positivamente del movimiento 15M (hace apenas un par de meses).

El caso de las consultas internas a toda la afiliación (y/o a simpatizantes) es de especial transcendencia. En la primavera del pasado año 2016, Podemos tenía que decidir su voto respecto a la candidatura de Pedro Sánchez para la investidura. Recordemos que PSOE y Ciudadanos llegaron a un acuerdo y rompieron las negociaciones con Podemos y el resto de fuerzas políticas parlamentarias de izquierdas (IU, Compromís, etc.). El candidato a Presidente era Pedro Sánchez. No entramos a juzgar aquí quien tuvo más o menos responsabilidad en esa ruptura, pero el hecho es que PSOE y Ciudadanos firmaron un acuerdo para la investidura e invitaron a los demás a sumarse. Es decir votar sí o, al menos, abstenerse, sobre el candidato del PSOE a la Presidencia. 


Podemos decidió preguntar a toda su “afiliación” sobre el tema. Lo ponemos entre comillas porque Podemos no tiene realmente afiliación, son “adscritos y adscritas”: personas que se han dado de alta en una página web, que es el censo oficial que utiliza el partido. No tienen que pagar una cuota, ni tener otros compromisos con el nuevo partido. Después lo han ido puliendo con el censo de “adscritos activos”.

El caso es que el debate público, en la calle, estaba en que, una vez rotas las negociaciones entre las fuerzas de izquierda, los parlamentarios de Podemos y el resto ¿qué tenían que votar? Si decidían votar NO significaba casi con seguridad ir a unas nuevas elecciones, como así ocurrió. Si se abstenían permitirían un gobierno de PSOE con Ciudadanos, desalojando al PP. Pero cuando Podemos pregunta a “sus bases” no les hace esta pregunta.

La consulta tuvo dos preguntas. La primera: "¿Quieres un Gobierno basado en el pacto Rivera-Sánchez?". La segunda: "¿Estás de acuerdo con la propuesta de Gobierno de cambio que defienden Podemos-En Comú-En Marea?". Se pregunta si desean un gobierno de Psoe-Cs o de Podemos y confluencias. Es decir se preguntaba en definitiva a la afiliación que si quieres que gobiernen otros o los de tu organización. La respuesta parece evidente ¿no? Pero no se dice que esta segunda opción (que gobiernen los míos) no tenía ninguna viabilidad, puesto que PSOE y Ciudadanos ya habían dicho que no.

No se pregunta lo esencial. Que habría ocurrido si se hubiera preguntado, por ejemplo: ¿desea usted que se desaloje al PP del Gobierno mediante la abstención de Podemos en la votación de investidura a Presidente con el candidato del PSOE?. O, tratando a la afiliación como a adultos, y preguntando directamente cual debería ser el voto del grupo parlamentario (sí, no o abstención).

Aun así en la campaña, y por si quedaba alguna duda “El líder de Podemos ha recordado que tanto él como el resto de la dirección del partido y del grupo parlamentario Podemos-En Comú-En Marea se han posicionado contra el acuerdo Sánchez-Rivera y contra la opción de que Podemos se abstenga” http://www.eldiario.es/politica/Pablo-Iglesias_0_503249861.html

Pero aún se puede ser más rocambolesco en las preguntas y lo hemos visto en la consulta de hace unas semanas sobre si Podemos debía apoyar al PSOE en Castilla La Mancha y entrar en el gobierno regional. Esta es la pregunta que se sometió a consulta: "¿Crees que Podemos-CLM debería votar sí a los Presupuestos si con un acuerdo de gobierno se garantiza la puesta en marcha y el control de políticas propias como la Renta Garantizada o el Plan de Garantías Ciudadanas?"

Recuerda a la triste pregunta sobre la OTAN. En este caso se preguntaron dos cosas por el mismo precio. Una parte de la organización defendía que, si se estaban tratando varias cosas, se deberían de hacer dos preguntas: 1, si se apoyaba a los Presupuestos y, segunda, si se quería entrar en el gobierno. Ya que se puede estar a favor de votar sí a unos presupuestos pactados pero eso no implica querer gobernar.

La dirección de Podemos decidió mezclarlo todo en la pregunta citada. Consiguió un 78% de respuestas a favor.

Pero ¿cuantos votaron y cuantos estaban apuntados hace dos años? La duda en estos casos es si se piensa que la gente es tonta. Incluso aunque una parte vote mayoritariamente lo que la dirección quiere ¿realmente piensan que las bases no se están dando cuenta de nada? Luego decimos que hay que gente que se desanima y deja de votar.
Estos procesos revelan que la dirección del partido no se fía de lo que pueda opinar su afiliación. Pero entonces ¿para qué se le pregunta? Ampliar la democracia interna es imprescindible si queremos partidos y sindicatos amplios, que se afilie gente nueva, joven y preparada... Pero para esto hay que hacerlo de forma honrada y clara.

Otros procesos

El grito que más se escuchó en Vista Alegre II (la Asamblea congresual de Podemos) fue: “unidad”, y así se repitió también desde la mesa de dirección de la Asamblea. Pero al poco, Iñigo Errejón es quitado no solo de la secretaría política sino también de portavoz parlamentario. La imagen bicéfala de Pablo-Iñigo que había funcionado bien, complementándose mutuamente y que se había transmitido públicamente hasta ese momento, desapareció. Las voces críticas han quedado marginadas. Aunque a Iñigo Errejón se le promete apoyar para que sea el candidato a la Comunidad de Madrid, como premio de consolación. Lo cierto es que el grupo parlamentario ha perdido a un magnífico portavoz. Errejón representa a la gente más moderada y menos ideologizada de la organización, imprescindible para crecer electoralmente, al menos por el lado derecho.

Esto no es una crítica a la nueva Portavoz, Irene Montero que, entre otras virtudes, tiene la de contestar a los periodistas “a lo Rajoy”, y hace bien: ustedes pregúntenme lo que quieran que yo les responderé sobre lo que me da la gana. Que me preguntan otra vez lo mismo, les vuelvo a responder igual. Me preguntan sobre las peleas en Podemos yo les respondo que lo que hay que hacer es parar los desahucios, que me preguntan sobre la disputa Pablo-Errejón yo les vuelvo a decir que lo preocupante son los desahucios y la corrupción... Eso es lo que hay que hacer ante unos periodistas que lo único que quieren es carnaza, periodismo de cartera (que piensa con) o peor, periodismo de estómago y de vísceras... o de revista del “corazón”.

Pero Irene, entre otros defectos, tiene uno fundamental para ser portavoz. Habla casi siempre enfadada, como gritando para dar más énfasis a lo que dice. En cualquier caso se podía haber buscado una renovación más equilibrada, sin marginar a Iñigo.

Pero hay otros errores más de fondo y más transcendentales. Ligados a la estructura de la nueva organización. Comentaremos solo uno más. Podemos, como decíamos, quiso recoger el espíritu del 15M y se reivindica como uno de sus descendientes. De hecho su programa recoge la mayoría de las aspiraciones del movimiento social. Pero hay uno en que se diferencia radicalmente: el 15M reivindicaba la horizontalidad y la asamblea como organización básica. De hecho el 15M se pasó de asambleario, no creando estructura organizativa que le permitiera continuidad. Podemos parece que se pasa en el sentido contrario. Se estructura jerárquicamente y, a cada discrepancia interna, vemos como la dirección se impone. Incluso en las disputas con sus comisiones de garantías internas.
Por su puesto no es lo mismo un movimiento social que un partido que se presenta a las elecciones. Pero, para empezar ¿había necesidad de nombrar secretarios generales en todos y cada uno de los niveles de la organización y con muy amplísimas competencias? ¿No se dan cuenta que el flamante Secretario General de cada pueblo, de cada barrio, en cuanto es nombrado, ya se cree que es jefe de algo?

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